¡¡¡Hasta las
narices!!!
¡Hasta las narices! ¡Sí!
¡Estoy hasta las narices, hasta el gorro, hasta el mismísimo...,
hasta los mismísimos...
Hoy he ido al súper a
comprar y me he encontrado con los voluntarios del Banco de Alimentos
y sí, he colaborado, por supuesto. El año pasado fui voluntaria y
este año, al no poder comprometerme, he aportado mi grano de arena
comprando latas de conservas de pescado. Porque hay gente cerca de
nosotros (no, no hay que irse a África subsahariana para comprobar
que hay hambre; no, no hay que irse a las fabelas brasileñas para
saber que hay niños que no tienen con qué vestirse) que apenas
tienen algo que llevarse a la boca. Cerca, muy cerca de nosotros, hay
niños que sólo comen una vez al día y eso, gracias al colegio o a
entidades sin ánimo de lucro como el Banco de Alimentos.
Y mientras, leo en el
diario o escucho en el informativa que una princesita de cuyo nombre
no quiero acordarme y su flamante marido se gastaban la pasta que
supuestamente ganaban a cambio de servicios serios y solventes en
clases de coaching y de ritmos latinos. ¡¡¡Manda huevos!!!
¡Y ahí siguen, tan felices!
También he leído que
los de un sindicato autonómico, ese ente que supuestamente se ideó
para ayudar a los trabajadores, para apoyarlos, para velar por sus
intereses, se gastaba la pasta del organismo en suculentas
mariscadas, regalos, fiestones de abril o se quedaban parte de las
subvenciones que, en un principio, debían estar destinadas a los
trabajadores. ¡¡Qué vergüenza!!
También he leído hoy
que un presidente del estado (en el que yo creí, por cierto, y al
que yo voté), al hilo de la publicación de una especie de memorias,
se desentiende completamente de lo que sucedió cuando él tenía el
destino de todos los ciudadanos españoles en sus manos. Pelotas
fuera. ¡Cómo se puede ser tan...! ¿Memorias? ¡Y un cuerno! Yo, a
todos esos libritos que están saliendo últimamente en los que un,
¿cómo lo llamaría yo?, ¿un presid...?, no; ¿un polít...?,
tampoco; ¿un...?, un jeta, sí, así los llamaría yo, un arribista,
un mentiroso, un aprovechado, un sinvergüenza, decide escribir una
parte de su vida con mentiras, con lapsus temporales, con falsa
modestia, creyéndose el salvador del momento, sin un ápice de
autocrítica y auto-reflexión seria y honesta, en vez de llamarlos
“memorias”, los llamaría “amnesias”. En vez de “Memorias
de un presidente”, “Memorias de un mandato”, “Memorias de..”,
yo los titularía “La amnesia de un presidente”, “Los lapsus de
un mandato”, “Los errores de cuatro años”. Y a todas esas
magníficas obras de auto-recreación, autobombo y auto-complacencia,
las metería en una colección que se llamaría “Despropósitos
onanistas”. Porque, no me lo negarán, la cosa tiene tela. ¡¡¿¿Esta
peña no tiene abuela o qué??!!
También estoy leyendo
que los violadores y los asesinos ya están saliendo de la cárcel ¡¡¡y cobrando cuatrocientos y poco euros!!! Y
ahora, claro, los que están arriba están corriendo para atajar la
ola de indignación, de represalias o de felicidad y homenaje que
está provocando esa salida masiva de.... No tengo palabras. Pero,
¿en qué coño estaban pensando los que tenían en sus manos el
futuro de estos desalmados y, a la vez, la confianza y la esperanza
de todos los familiares de las víctimas? ¿Es que nunca se dieron
cuenta de lo que esa doctrina suponía? Joder, que no hay que ser muy
inteligente... Y ahora, ¿qué? ¿Qué garantías hay de que el que
mató y violó hace unos años no lo vuelva a hacer? ¿Qué certezas
hay de que no vuelva a matar aquel que ya lo hizo no una vez ni dos
ni tres? ¿Y si vuelven a violar y a matar y a coger las armas? ¿De
quién será la culpa, eh? ¡Por el amor de Dios! Si parece una broma
macabra y perversa... Si parece mentira -literalmente- que estemos en
este punto. ¿Cómo se va a proteger a la gente si estos sin-nombre
ya están sueltos? ¿Cómo se va a consolar a los familiares -padres,
hermanos, abuelos, novios, amigos- de las víctimas? ¿Cómo se les
va a convencer de que se está cumpliendo con la ley? ¡¡¿Cómo?!!!
Además, he leído las
causas y consecuencias del cierre de una televisión autonómica.
¿Dónde fue a parar la decencia y la profesionalidad? ¿Qué es eso
de que el derecho inalienable a estar informados objetiva e
imparcialmente esté por debajo de los intereses partidistas y
completamente pervertidos de un grupito al que solo le importa quedar
bien ante las cámaras y tener los bolsillos llenos? ¿Me pueden
decir cómo estamos ejerciendo eso que llaman democracia?¿Me pueden
decir cómo narices podemos llevar a la práctica eso que llaman
libertad, igualdad...? ¡¡Ah, no!! ¡Que eso ya pasó a la historia!
¡Que ahora estamos volviendo atrás! Que no, que no estamos hablando
de evolución y de progreso, que estamos equivocados, que no se
trata de ganar en derechos y libertades. No. ¡Qué ilusos somos! Que
ahora se trata de involucionar, de volver atrás, de perder, de
destruir, de aniquiliar todo lo bueno que tanto trabajo, sudor,
lágrimas y sangre ha costado conseguir. ¿Alguien me puede explicar
por qué y para qué tanta sinrazón?
Esto no lo he leído.
Esto lo sé porque me lo están contando. Gente brillante,
inteligente, arriesgada, comprometida, con un título universitario o
de Ciclo Superior de Formación Profesional bajo el brazo y con
muchas ganas de hacer cosas tiene que marcharse fuera, lejos para
poner en práctica todo lo que han aprendido y que tanto dinero ha
costado. Señores, que no hay que ser muy inteligente para saber que,
si dejamos marchar tan a la ligera a los jóvenes formados, este país
se va a la mierda. ¿Qué habrá dentro de nada? Nada (y dentro de
ese nada me incluyo yo, que conste). Nada porque no habrá
profesionales (se habrán quedado en el país que, con vista, los
haya acogido para trabajar y producir), no habrá niños (porque esos
que se fueron para conseguir un puesto de trabajo habrán formado sus
propias familias y habrán procreado en aquel país que, insisto, con
visión de futuro, los acogió siendo jóvenes valientes), no habrá
negocios ni empresas (porque todas estarán fuera, con nombres
españoles, con personal español, eso sí, pero no estarán en
España). Sólo quedaremos los jubilados y los parados. ¡Pues vaya!
A esto lo llamo una buena jugada, sí señor. A esto lo llamo visión
de futuro; a esto lo llamo confianza; a esto lo llamo...
¡¡incompetencia absoluta!! Para que luego me hablen de la marca
España.
Y, mientras, hambre,
crisis, paro, desesperanza, tristeza y rabia.
¿Sigo?
Mejor, no, ¿verdad?
Pues eso, lo dicho.
¡¡¡Hasta las narices
me tienen!!!
PD. Esta tarde vuelvo al
súper para comprar más latas de sardinas.
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