sábado, 21 de junio de 2014

MARIO Y SUS MICRORRELATOS

"Cuando me di cuenta de que le gustaban los tonticos, ya era demasiado tarde para hacerme el mongui."

Esto dijo mi amigo Mario cuando me contaba una de sus aventuras erótico-festivas mientras tomábamos una cerveza en el Casal de la Prospe, en la plaza de Ángel Pestaña. 

Me reí. Me reí mucho. Me paré a pensar. Y exclamé: "¡Coño, Mario, pedazo de micrerrelato te has sacado de la manga, así, como quien no quiere la cosa! Y Mario, con esa mirada azul, esa sonrisa picarona y esa falsa modestia del que se sabe buen escritor pero todavía por descubrir, respondió: "Pues sí, me salen constantemente. Yo soy así. Mi vida es así. Mi vida no es un relato. Sólo microrrelatos."

domingo, 15 de junio de 2014

DEL BARRIO, NO DE BARRIO



Hace unos cuantos años, esta expresión, para mí, era sinónimo de vulgaridad, ordinariez e, incluso, de chabacanería, porque, cuando escuchaba esas palabras, encabezadas con un "es que", quien las pronunciaba respondía a un prototipo determinado: chándal, camiseta, bambas, riñonera y discutible nivel cultural. Lo siento si ofendo a alguien, pero es así. Por eso, siempre he odiado esa expresión; porque, sabiendo que podía constituir una seña de identidad, para algunos era la excusa perfecta para no moverse, para no cambiar, para no mejorar, para no salir de la zona de confort. Para mí, era una señal de atraso. Por eso, a pesar de haber vivido 30 años en el mismo barrio, un barrio "normal", de clase social media, yo nunca la utilicé; porque, viendo lo que veía y escuchando lo que escuchaba, no estaba dispuesta a que las calles, las tiendas, las costumbres o las gentes del barrio supusieran una frontera para mí, no quería que eso me limitara o me frenara física y/o intelectualmente.
Y, habiendo vivido allí mi infancia, mi adolescencia y mi juventud, cuando decidí independizarme, opté por salir del barrio, cambiar de entorno, salir de lo conocido, de lo cómodo. ¿Condiciones? No muy lejos de la casa de mis padres -por si acaso-, cerca de la playa y con buena combinación para llegar al trabajo. Lo demás me daba igual. Sinceramente. Y buscando, buscando, después de recorrerme todos los barrios y los distritos de Barcelona, me decidí por Poblenou. Bueno, en realidad, el piso se ubicaba -se sigue ubicando- a medio camino entre Poblenou y Diagonal Mar. Después de instalarme, durante algunos años, estuve viviendo en medio de solares, almacenes y fábricas abandonadas con la única compañía de una estación de metro (la que me lleva directamente a la puerta de mi trabajo) y con la sensación de no pertenecer a nada, a ninguna zona, a ningún barrio. Pero me daba igual.
Ya han pasado diez más de 10 años de mi llegada a esta zona y, durante este tiempo, me he hecho a sus calles, a sus plazas, a sus tradiciones y a sus gentes. La calle Marià Aguiló, una calle peatonal en la que se encuentra mi bar favorito, La pubilla del Taulat, con la bodega de al lado y sus gentes, Miguel, Toni y Jesús, y sus famosas patatas bravas. 
La Rambla de Poblenou, el eje vertebrador del barrio, con sus tiendas nuevas y las de toda la vida, con su teatro (el Casino de L'Aliança de Poblenou), con su mítica heladería-horchatería El tío Che (deliciosa su horchata, su leche merengada, sus granizados y sus helados en verano, así como sus turrones y su chocolate deshecho en invierno) a la que le ha salido competencia con varias heladerías en la zona;  la coctelería 4uatre Lounge que pronto tendrá un firme competidor en Balius; un montón de buenos restaurantes (Can Recasens, con sus lucecitas, sus cestas de frutas, de verduras, de flores y con sus embutidos; La Roda, La tertulia, y muy cerca Els pescadors, en esa tranquila, centenaria plaza; La forquilla, El racó del Taulat, Vacatada, etc.), tiendas de ropa y complementos (Festuk, donde me compré el vestido rojo con la espalda al aire; Mint, donde me he comprado lo último en bolsos, el O Bag -¡mil gracias, salerosa sevillana!-, Home i dona, donde encuentro los mejores pantalones y las mejores camisetas, etc., etc,). 
También, entre las calles de Poblenou, tengo varias panaderías entre las que destaca Cruixent, con sus panes de todo tipo -con semillas, con frutas, con verduras...-, con sus cocas y sus pastas; varias bodegas y vinotecas; varias farmacias, varias pastelerías, varias agencias de viaje, varias zapaterías, varias ferreterías, varias papelerías, varios de todo... 
¡Ah! Y dos buenas, buenísimas librerías, Etcètera -que me dio mi primera oportunidad como escritora- y Nollegiu (reconozco que esta última me tiene "robaito" el corazón: las recomendaciones de Xavier, los encuentros con escritores, las joyas poéticas...).
Además de todo esto, mientras paseo por las calles del barrio, tengo sus deseadas sombras en plena canícula, tengo los aromas salados que llegan del mar, tengo su banda sonora, tranquila, familiar, tengo las miradas cómplices de las gentes que ya conozco y que ya me conocen porque yo ya soy del barrio.
Porque yo no soy de barrio; yo soy del barrio, del barrio de Poblenou.