sábado, 28 de diciembre de 2013

¡FELIZ BALANCE Y FELIZ 2014!


Ahora que ya está llegando el final de este año, ahora que casi todo el mundo está preparando la última noche de este 2013 (qué me voy a poner, qué voy a cocinar, con quién voy a celebrarlo, adónde voy a ir...), ahora toca hacer balance de estos últimos 365 días. No. No a todos les gusta pensar en lo que han hecho o han dejado de hacer en este año; no todo el mundo tiene el valor y los arreos necesarios para hacer frente a lo que le ha sucedido en estos últimos doce meses; y especialmente no cualquiera tiene la entereza, la fortaleza y la templanza suficientes para ponerse frente al espejo del alma y someterse a juicio por todo lo que ha hecho, ha dicho, ha pensado, lo que ha provocado en este 2013 que está a punto de expirar.
365 días dan para mucho (o para muy poco, según se mire); en 365 días se han podido hacer muchas cosas (o muy pocas, depende de lo que uno se haya planteado a final del 2012); en 365 días hemos podido cambiar el rumbo de la historia, de nuestra propia historia o, sencillamente, hemos seguido sentados en nuestras cómodas y confortables butacas, como meros y expectantes espectadores de nuestra inalienable existencia, sin tomar cartas en el asunto, en nuestro asunto (¿qué asunto no hay más propio que nuestra propia vida?). 365 días... Cuánto y qué poco.
Y aquí me tienen, mis adorados y adorables lectores, haciendo balance de este breve pero intenso tramo de mi vida. Aquí me tienen, buscando entre mis recuerdos, en mis hojas de diario, en mis correos electrónicos y en mis whatsapps (que ya constituyen parte de mis dietarios, porque cartas y postales de correo ordinario, excepto las de mis sobrinas, nada de nada. Cuánto añoro un buzón lleno de sobres e imágenes de allende los mares..., como cuando era jovencita). Aquí me tienen haciendo recuento de las lágrimas que he vertido, de las risas que he reído, de los abrazos que he dado, de los adioses que he despedido, de las gracias que he dado, de los te quiero que he pronunciado.
2013, cuánto ha dado de sí...
Empecemos por lo malo:
Varios ingresos en el hospital (mi sobrino de apenas dos meses, nada más empezar el año. Ahora ya está bien: empieza a caminar, dice papá, se mueve como una lagartija y se ríe como un “condenao”. La del hijo de mi amiga Olga, Dídac, que cada vez lo lleva mejor, o eso es lo que nos quiere hacer ver...)
Varias intervenciones médicas (la catarata de mi padre y también de mi buen amigo Andrés)
Una baja por larga enfermedad (maldita SSQM)
Un cáncer (desde aquí, ánimos a quien tú ya sabes)
Un ictus (qué duro, Laura, ver a una madre así. Pero hay que ser fuerte... Sabes que puedes contar conmigo)
Cuatro muertes (la de mi buen amigo Eloi, la del señor Antonio, la de mi tío Diego y la de la madre de mi amigo Mario. Aquí sobran las palabras)
Y una artrosis incipiente en los huesos de la mano...
Pero también hay que contar lo bueno:
Los viajes (Castilla-León, Ezkurra, Tánger, Essauira, Cabo de Gata, Roma, Huesca, Costa Brava... Ah, y dos travesías en velero con Toni y Quim)
Los encuentros con los amigos (mis amigos los escritores, mis amigos los “veleristas”, mis amigos de la peña Pureta y del casal, mis amigos compañeros del trabajo, mis amigos de siempre Elena, Manel...)
Las comidas, cenas, desayunos familiares (para mí, siempre lo he dicho, uno de los mayores placeres es encontrarme con mi familia y comer, beber, hablar, reír, llorar, comentar, volver a reír, pedir la tanda, discutir, volver a comer, jugar, hacer trabajos manuales, planificar, seguir hablando...)
Los paseos por la playa (otro de mis placeres no ocultos)
Los descubrimientos (este año he probado la ternera de Nebraska, el Bloody Mary, el zumba, los ritmos latinos, el masaje balinés...)
Mi trabajo (que, aunque me proporcionan dosis elevadas de estrés, agotamiento mental y cabreos monumentales, sigue siendo una fuente inagotable de aprendizaje y de inspiración)
Mi novela (que, poco a poco y en silencio, va sumando lectores http://www.amazon.es/ENCRUCIJADAS-Mamen-Gargallo-Guil-ebook/dp/B009991H5A)
Mis proyectos (una segunda novela, más viajes -el de la Habana me hace especial ilusión-, más encuentros con mis amigos, seguir con el zumba...)
Y sí, sé que hay motivos para lamentarse y para seguir quejándonos (paro, preferentes, injusticias, recortes...) pero, como alguien me dijo, el destino y la suerte están en nuestro pensamiento y en nuestras acciones.
Dejando a un lado la salud (que son palabras mayores), ¿que no nos gusta el balance que hemos hecho de este último año?, ¿demasiados fracasos?, ¿demasiados sueños sin cumplir?, ¿demasiadas quejas? ¿No nos gusta la vida que llevamos? Lo que dependa de los gobiernos y de los políticos, dejémoselo a ellos. Lo que dependa de nosotros, adelante. Cambiar depende de nosotros. Vamos, actuemos, movámonos, no nos quedemos quietos. No esperemos al 1 de enero.
¡Buen Balance y Feliz 2014!