¿A qué suena este mes? ¿A qué sabe
setiembre?
Para mí, setiembre es le
mes de la nostalgia: mi piel todavía rezuma el disfrute de las
vacaciones y me columpio en el recuerdo de mis paseos por la playa,
mis idas y venidas por los puertos del sur, mis lecturas reservadas
durante el largo invierno, mis risas en días sin fin y mis silencios
en madrugadas de luna y mar.
Setiembre es el mes de la
melancolía: mis sentidos todavía echan de menos aquellos paisajes,
aquellas voces, aquellos olores, aquellos roces que fui descubriendo
con la parsimonia del vaivén de las olas.
Por eso, quizás,
setiembre sea para muchos el mes de la tristeza, porque durante estos
primeros días todavía están muy recientes los adioses, los
billetes de vuelta, las ventanas cerradas y las maletas guardadas,
todavía siguen muy presentes las vivencias y en cada centímetro de
nuestro cuerpo todavía siguen latiendo las vibraciones que han hecho
de este verano un momento especial y han hecho de nosotros alguien
especial.
Setiembre es el mes
idóneo para echar de menos, para hacer esas promesas que no nos
atreveríamos a hacer en ningún otro mes del año, para reír o
llorar las fotos, para pronunciar las despedidas más amargas y
también para revivir lo vivido (Siempre me lo he preguntado: ¿que
se hace con más intensidad: vivir o revivir?)
Setiembre es un
reencuentro con tu vida, porque el verano, las vacaciones, no nos
engañemos, no forman parte de la vida, no forman parte del año. El
verano, las vacaciones son esa nube en la que nos subimos para volar
alto y respirar, respirar con calma, sin prisas. Esa nube que nos
permite viajar -nunca mejor dicho- y nos ayuda a desconcetar, a
disfrutar, a descansar y a descubrir -es lo que llamo yo vacaciones
en 4D-. Esa nube que vamos alimentando durante el año y que nos
retroalimenta para seguir viviendo.
Setiembre es una vuelta a
casa, a tu casa, a tu cama, a tu almohada, a tu café, a tu baño, a
tus olores, a tus costumbres y a tus manías, a tus paisajes y a tus
tiempos.
Setiembre es un regreso a
tu cuerpo y a tu mente, a tu realidad y a tus sinsabores, a tus
amigos y a tus espacios, a tus rutinas y a tus alicientes de siempre.
Setiembre es un punto y
aparte, un capítulo cerrado, un año acabado. Aprendemos las
estaciones cantando primavera, verano, otoño, invierno, y nosotros
le damos la vuelta porque hay algo que siempre, año tras año, se
acaba con el verano, se acaba con la llegada de setiembre.
Pero setiembre,
paradójicamente, también es el mes de la esperanza. Setiembre es el
incio de algo, de un nuevo curso, de una nueva andadura, y eso
siempre confiere esperanza a nuestro caminar.
Setiembre es el mes de
los propósitos, de los proyectos, de los retos. Como enero, sí.
Pero setiembre tiene algo diferente, algo especial. Setiembre
arrastra la vitalidad del verano y eso nos da más fuerzas para
actuar; setiembre arrastra las últimas olas del mar, los últimos
rayos del sol, los últimos días largos, días de ocio y
traquilidad, y eso siempre ayuda para encarar lo que está por
llegar.
Setiembre es catarsis,
ese ritual necesario para comenzar, para volver a comenzar: tinte y
corte de pelo, cremas nuevas y nuevas perspectivas. Cada año es lo
mismo pero cada año setiembre supone algo nuevo: nuevo curso, estuche nuevo,
libros nuevos, compañeros nuevos, expectivas nuevas y nuevas
ilusiones.
Setiembre es ave de paso.
Es tiempo de cambio (de los insoportables calores a los nuevos fríos; de lo sudores estivales a los primeros temblores otoñales; de la larga claridad a la oscuridad temprana; de los blancos, turquesas y rosas a los marrones y morados; de la ropa ligera y corta a los tejidos envolventes más largos y tupidos); es tiempo de renovación (renovar carnet del gimnasio, renovar proyectos, renovar tradiciones) y es tiempo de incertidumbre (¿qué me deparará este nuevo "año"?)
Setiembre es una vuelta de hoja, es una hoja en blanco, un capítulo nuevo.
Setiembre huele a nuevo...
Setiembre es ave de paso.
Es tiempo de cambio (de los insoportables calores a los nuevos fríos; de lo sudores estivales a los primeros temblores otoñales; de la larga claridad a la oscuridad temprana; de los blancos, turquesas y rosas a los marrones y morados; de la ropa ligera y corta a los tejidos envolventes más largos y tupidos); es tiempo de renovación (renovar carnet del gimnasio, renovar proyectos, renovar tradiciones) y es tiempo de incertidumbre (¿qué me deparará este nuevo "año"?)
Setiembre es una vuelta de hoja, es una hoja en blanco, un capítulo nuevo.
Setiembre huele a nuevo...
Setiembre sabe
a preludio...
Setiembre suena a ilusión...
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