pornografía.
(De pornógrafo).
1. f. Carácter obsceno de obras literarias o artísticas.
2. f. Obra literaria o artística de este carácter.
3. f. Tratado acerca de la prostitución.
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obsceno, na.
(Del lat. obscēnus).
1. adj. Impúdico, torpe, ofensivo al pudor. Hombre, poeta obsceno. Canción, pintura obscena.
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pudor1.
(Del lat. pudor, -ōris).
1. m. Honestidad, modestia, recato.
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Esto es lo que dice el
Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española acerca del
término”pornografía” y es que llevo varios días dándole
vueltas al asunto. Y todo a raíz de una interesante y reveladora
conversación sobre el tema en cuestión.
Resulta cuanto menos
inquietante la cantidad de mentes un tanto pueriles y herméticas que
pululan por este no menos inquietante mundo y que asocian el
susodicho concepto a otros términos relacionados con el sexo. Y es
que, no sé exactamente por qué razón, cuando se enseñan (a través
de la imagen, de la palabra, del pensamiento o del propio
comportamiento) unos cuantos centímetros de piel, ya estamos
pensando en clave pornográfica. Y, si, encima, esos centímetros de
piel pertenecen a determinadas partes del cuerpo humano y son destinados, entre muchas otras cosas, al placer, la
calificación y la clasificación quedan más que ratificadas. Y aquí
viene mi primera pregunta: ¿dónde está la frontera entre esa
muestra, esa parcela sensual, erótica, seductora, elegante, sutil,
estimulante, y esa frívola provocación obscena, indecente, pecaminosa, desgarrada,
peligrosa, aberrante, de mal gusto, sucia y completamente perniciosa?
¿Qué centímetro marca la diferencia? ¿Qué pliegue de piel hace de
umbral entre una zona y otra? Y, quizás, la pregunta más
importante, ¿cómo son esas mentes que tachan un escrito, una
imagen, un pensamiento o una actitud de una manera u otra alzándolo a
las más excelsas cumbres con halagos y parabienes o relegándolo al
más oscuro ostracismo a través de la descalificación y el agravio?
Porque, ya puestos y
atendiendo a las definiciones de la RAE, vamos a hablar de manera
seria y concienzuda de eso que tanto quebraderos de cabeza está
provocando últimamente a más de uno. Vamos a hablar de PORNOGRAFÍA, con mayúsculas.
¿Pornografía? ¿Qué es
pornográfico?
Pornográfico es
pertenecer a un organismo público -supuestamente al servicio de los
ciudadanos, que vela por el bien común y considerado modelo de
actuación, de gestión y de administración- y trabajar, actuar y,
lo que es más peligroso, pensar como si esa institución fuera una
herramienta para el propio uso y disfrute; vamos, para conseguir unos
beneficios propios y alimentar y aumentar aquello que llaman
“propiedad privada”, ya sea en forma de actuaciones
crematísticas, asuntos inmobiliarios, beneficios fiscales o,
sencillamente, en forma de influencias y poder. ¿Les suena todo
esto? ¿Hay que poner nombres y apellidos? ¿Es necesario ser más
explícito?
¡Eso sí que es pornográfico!
¡Eso sí que es pornográfico!
Pornográfico es
pertenecer a una institución de carácter religioso (ONG, asociación, centro educativo, fundación o la propia iglesia), erigirse en salvaduarda o paradigma de ciertos valores e infringir descaradamente no solo
las leyes sociales, las que marca la propia Constitución, sino
también las leyes internas, los mandamientos. Y esto sí que es
obsceno. Empezando por el primer mandamiento: Amarás a Dios sobre
todas las cosas. ¡Cuántos egos desmesurados y desbordados me he
encontrado yo por estos lares, egos que practican esa especie de
onanismo perverso (sólo se quieren a sí mismos) sin tener en cuenta
que ellos también están al servicio de algo o de Alguien. ¿Y qué
me dicen del 6º y del 9º? No cometerás actos impuros ni
consentirás pensamientos ni deseos impuros, o, lo que es lo mismo,
pederastia, pajas mentales y no mentales, infidelidades matrimoniales... ¿Sigo? ¡Eso sí que es
pornográfico! También están el mandamiento de No robarás ni
codiciarás los bienes ajenos (¿a qué nos estamos refiriendo aquí?,
¿al chalé del vecino, al coche del vecino, al cargo del vecino, a
la mujer del vecino...?). Sin comentarios. Pero el que más me
divierte y me inquieta al mismo tiempo es el 8º: No levantarás
falsos testimonios ni mentirás. ¡Cuántas veces me he encontrado en
medio de estos tinglados solo porque alguien necesitaba “limpiar”
su nombre o su cargo! Está muy claro: el/la que incurre en una de
estas faltas anteriormente mencionadas (robar, ultrajar, blasfemar,
codiciar, deshonrar), por narices tendrá que levantar falsos
testimonios o tendrá que mentir porque es obvio que el/la que
incurre en estas faltas anteriormente mencionadas carece de
honestidad, humildad y sinceridad.
¡Y eso sí que es pornográfico!
¡Y eso sí que es pornográfico!
Pornográfico también es
pertenecer a una de las instituciones más importantes y sagradas para
el ser humano, la familia, y poner por encima de ella banales
subterfugios (imagínense ustedes lo que quieran porque aquí cabe todo) hasta el punto de atentar contra la convivencia, el
respeto y el amor.
¡Eso sí que es pornográfico!
Pornográfico es prostituirse a cambio no sólo de dinero sino también a cambio de poder, de influencias, de impunidad o de autoridad. Pornográfico es vender las ideas y los ideales (si alguna vez se tuvieron), el valor y los valores (si alguna vez existieron) por un puñado ¿de qué? De lo que sea.
¡Eso sí que es pornográfico!
¡Eso sí que es pornográfico!
Pornográfico es prostituirse a cambio no sólo de dinero sino también a cambio de poder, de influencias, de impunidad o de autoridad. Pornográfico es vender las ideas y los ideales (si alguna vez se tuvieron), el valor y los valores (si alguna vez existieron) por un puñado ¿de qué? De lo que sea.
¡Eso sí que es pornográfico!
Pero, sin duda alguna, lo
que me parece más pornográfico de todo en cuanto al género humano
se refiere es la maldad. Y no me refiero a esa maldad evidente y
pública, esa que sale en los informativos en forma de atentados,
asesinatos múltiples o, simplemente, guerras civiles e
internacionales. No. Me refiero a esa maldad gratuita (o no), sutil,
sibilina, silenciosa, impúdica, totalmente perversa y letal que va envenenando
poco a poco pero de manera insistente y constante cualquier ámbito
en el que esa persona se encuentre; me refiero a esa maldad oculta,
que se esconde en los pasillos y en las salas de trabajo, en las
cocinas y en los salones de las casas, en los andenes y en las
marquesinas de autobús; esa maldad que se va fraguando con
comentarios aparentemente inocentes y casuales (alguien dijo que en esta vida no
existen las casualidades, sólo existen las causalidades), con
miradas no menos instigadoras y paradójicamente efímeras y con
gestos voluntariamente, maliciosamente delatores (en el fondo, lo
único que consiguen es delatarse a ellos mismos. Y todavía no se
han enterado). Me refiero a esa maldad exclusiva de personas
amargadas, tristes, insatisfechas, hipócritas, malas personas -en fin, lo que
solemos entender por unos/as auténticos/as hijos/as de puta-, cuyo único papel y cuya única función en esta magnífica vida que nos ha tocado
vivir es la de hacer daño, la de meter cizaña y acabar -por
envidia, por celos, por algún trastorno psicosocial o no sé por qué
razón, y, la verdad, no voy a averiguarlo porque,
ciertamente, tampoco me importa- con la alegría, el optimismo, el
trabajo y la vida de los demás.
¡Eso sí que me pone! ¡Eso, señoras y señores, eso es pornografía pura! ¡Pornografía de la buena!
¡Eso sí que me pone! ¡Eso, señoras y señores, eso es pornografía pura! ¡Pornografía de la buena!
Lo demás, lo de la piel,
el cuerpo, el sexo, el placer..., comparado con todo lo anterior, es una
chiquillada.
MORALEJA. Dejémonos de
tonterías, dejémonos de juzgar y de acusar a los demás y procuremos, como
mínimo, tener nuestros secretos, nuestras debilidades y nuestras
miserias a buen recaudo. Porque, como dijo un tal Jesús -¡ese sí que
era un buen líder, vive Dios!- quien esté libre de pecado, que tire
la primera piedra...
http://1personafemeninosingular.blogspot.com.es/2012/10/indecente-yo.html
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