"Cuando me di cuenta de que le gustaban los tonticos, ya era demasiado tarde para hacerme el mongui."
Esto dijo mi amigo Mario cuando me contaba una de sus aventuras erótico-festivas mientras tomábamos una cerveza en el Casal de la Prospe, en la plaza de Ángel Pestaña.
Me reí. Me reí mucho. Me paré a pensar. Y exclamé: "¡Coño, Mario, pedazo de micrerrelato te has sacado de la manga, así, como quien no quiere la cosa! Y Mario, con esa mirada azul, esa sonrisa picarona y esa falsa modestia del que se sabe buen escritor pero todavía por descubrir, respondió: "Pues sí, me salen constantemente. Yo soy así. Mi vida es así. Mi vida no es un relato. Sólo microrrelatos."
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