"el
candidato se abalanzó sobre ella y, sin caricias, sin susurros, sin
una maldita palabra que la excitara mínimamente y facilitara el
trámite, la penetró. Y ella lo encontró más grande, más fuerte,
más duro que nunca. Volvió a cerrar los ojos, suspiró y se
abandonó a él mientras buscaba en su mente a aquél que la ayudaba
a sobrellevar mejor la obligación marital, como le decía su madre.
¿Cómo se llamaba la película? La del joven que seducía a la
protagonista madura. Mientras Ernesto la empujaba una y otra vez,
demostrando un brío y una inspiración inusitadas, Blanca recreaba
la escena en la que él, el amante sin rostro ni nombre, se
encontraba con la respetable mujer, felizmente casada, y, en ese
anonimato que podía conferir un bar repleto de gente, la ponía a
mil con una mirada profunda, con palabras deliciosamente obscenas que
la hacían sentir la más atractiva y experta entre todas las
mujeres, con caricias no por suaves menos indiscretas, mordiscos en
el cuello, proposiciones impensables... Eso sí que la ponía
cachonda y, aunque se lo negaba como un terrible secreto, era su
refugio y su salvación la noche de los viernes."
¿Les
suena esta escena? ¿Sí? ¿No? Yo les explico. Esto es lo que se
llama literalmente "una fantasía sexual" o una "fantasía
erótica" y es lo que, desde tiempos ancestrales, las mujeres
hemos ido utilizando en algunas ocasiones con nuestros "partanaires"
para ponernos a tono. ¿Les va sonando? Sí, mujer, sí. Les sigo
explicando: marido que solicita a su esposa, esposa que no tiene
ganas y se hace la remolona, marido que se pone tonto e insiste en el
tema, mujer que sigue sin tener ganas pero bueno... allí vamos,
marido que tiene ganas de perrear y a la mujer le quedan dos
opciones: fingir para acabar rápido o recurrir a una de sus
fantasías eróticas, esas que le ponen a cien, esas que le hacen
sonreír y gemir mientras el marido sigue con lo suyo. Ya les suena,
¿no?
Porque,
vamos a hablar claro, que levante la mano aquella que nunca, nunca,
nunca ha recurrido a uno de esos sueños eróticos para pasar un buen
rato, hacerse un apañito o, incluso, para cumplir con el hombre de
la casa. Que levante la mano quien no haya fantaseado con polvazos
rápidos en el ascensor con un desconocido, uno que le diga aquí
estoy y te voy a hacer lo que no te han hecho en tu vida, uno que le
susurra al oído mil y una guarrerías y le haga mil y una perrerías en
unos pocos metros cuadrados. Que levante la mano aquella que no ha
sonreído maquiavélicamente imaginándose con dos tíos o con un
hombre de color (vamos, con un negraco de esos que quita el hipo...)
o con... Que levante la mano quien no ha cerrado los ojos y se ha
visto en aquella postura tan sugerente o con aquellos ligueros y
taconazos negros, o con el látigo en la mano o acercando la boca o
la mano o el pie a aquella zona prohibida. Que levante la mano
aquella que no ha pensado, aunque sólo haya sido durante un
segundo, en dejarse hacer eso o aquello. Que levante la mano quien...
Y así, podríamos estar hasta la eternidad.
Entonces,
¿a qué viene tanto revuelo con las malditas sombras? Sí, hombre,
las de Grey. Cualquiera diría que somos novatas en este tema. ¿Por
qué se escandaliza la gente con la dichosa trilogía? ¿Por qué se
empeñan en poner nombre, como si fuera un gran descubrimiento, una gran novedad, a eso con
lo que han convivido, han vivido y han sobrevivido muchas mujeres
desde tiempos inmemoriales? ¿Por qué eso de "porno para
mamás"? Por el amor de Dios, si tan solo se trata de haber
puesto negro sobre blanco lo que casi todas (absolutamente todas,
casadas, solteras, divorciadas o viudas, vírgenes o no, mamás,
tías, hijas, hermanas y abuelas, me atrevería a afirmar) hemos
recreado alguna vez y con lo que nos hemos recreado no pocas veces. Y
esto, muy señoras y señores míos, ha existido desde que nuestros
tatatatatarabuelos, es decir, Adán y Eva, fueron expulsados del
Paraíso. Sin ir más lejos, ¿se acuerdan de Corín Tellado? En
aquella época, no hace mucho, también fue catalogado de literatura "subida de
tono" y sólo explicaba cómo la chica notaba cómo el miembro
erecto le rozaba la pierna... Y, curiosamente, los "usuarios"
de estas novelitas picantes que se vendía, se compraba y se leía casi a escondidas, eran mamás, tías, abuelas y demás
seres racionales de sexo femenino (solteras o casadas, eso era lo de
menos, aunque me atrevería a afirmar que las casadas ganaban en porcentaje). Lo dicho, que nadie ha descubierto la pólvora aunque, eso
sí, se ha subido unos cuantos grados.
Y
es que (esto me lo dijo el otro día el chico de la copistería de mi
barrio) la autora ha dado un paso muy importante. Palabras textuales:
tradicionalmente, era el hombre el que consumía porno y sexo de
manera habitual y a la vista de todos: revistas, películas, cómics
que se venden en los kioskos junto con los periódicos, las revistas
de cotilleos y los cromos para los niños; sex-shops y peep-show
dispersados por toda la ciudad, casas de citas en los barrios,
anuncios en la prensa. Y todo, dirigido al público masculino. Y sin
problemas. Todo el mundo tiene asumido que al hombre le gusta el
porno. Pero, ¿y la mujer? ¿Qué le gusta a la mujer? ¿Acaso no le
va también el porno? Y pensábamos que, tradicionalmente -sigo con
las palabras textuales del chico de las fotocopias-, a las mujeres
les va más lo sugerente, lo sensual (no lo sexual), que les digan
"te quiero" o "eres la mujer de mi vida" en vez de "ven aquí, putita mía", que no
les hablen de follar sino de hacer el amor, que solo les gusta la
postura del misionero y hacerlo a oscuras; y ahora sale esta escritora
y nos descubre que a las mujeres les encanta el porno y el morbo y el
sado, vamos que les encanta el sexo (¡¡¡¡Acabáramos!!!)
¡Que
levante la mano a quien no le guste el sexo! Estos hombres todavía
no se han enterado de nada. Pues claro que a las mujeres les gusta el
sexo. Como a los hombres, ni más ni menos. Lo que pasa, y parece ser
que muchos seres de género masculino todavía no se han percatado de
ello, es que nos gusta, y mucho, pero a nuestra manera. Y en eso, en
el CÓMO, cada mujer es un mundo y no sirve generalizar ni pensar que,
si a una le gusta de una manera, a las demás también les debe
gustar así. Y en eso, en el CÓMO -insisto- no se vale creer que
somos como ellos, que pensamos, sentimos y reaccionamos como ellos.
¡¡¡Error!!! Las mujeres tenemos nuestros mecanismos, nuestros
"tempos" y nuestros resortes que el hombre debe estudiar (como si fuera una ingeniería) y conocer y
querer accionar si desea que su pareja sienta placer, disfrute y
experimente el placer (eso es harina de otro costal). Porque, si no
es así, ya sabemos lo que ocurre, ¿no? Cuatro gemidos fingidos o un
viajecito a la fantasía sexual de turno para pasar el trámite, que
en eso no hay quien gane a las mujeres. ¿La razón? Dicen que el
mejor órgano sexual no está entre las piernas sino entre las
orejas. Efectivamente, por encima de unas buenas tetas, de un buen culo o de un cuerpo escultural, el cerebro es el órgano por excelencia, un
cerebro inteligente que (además de fingir) imagine, que sea
creativo, que recree y se recree, que invente, que suponga, que
sueñe, que proponga, que sugiera, y para cerebritos (estábamos
hablando claro, ¿no?), no nos engañemos, el de la mujer. En eso,
estamos todos de acuerdo, ¿verdad?
No,
si ya lo decía yo, que el morbo, el porno y el polvo (agrupados en
una única palabra: sexo) constituyen uno de los motores del mundo,
tanto para los hombre como para las mujeres (como muestra, les diré
que la entrada de mi blog que ha superado todas mis expectativas y
que recibe al día un montonazo de visitas es el cuento porno
titulado "La pluma de don Julián". Por algo será, ¿no?).
En fin, que por una razón o por otra, seguimos siendo unas incomprendidas, ahora porque nos
gusta leer escenas porno...Y lo hacemos a la vista de todo el mundo (sinceramente, yo debo ser una excepción porque, desde que en la facultad mis profesores me hablaban de la literatura árabe femenina, nunca he leído nada más erótico y porno en mi vida... ¡¡¡¡Y lo hacía incluso delante de mis padres!!!!).
Y
hablando de escenas, ¿se acuerdan de la que empezaba esta entrada?
Es una de tantas "subidas de tono" de mi novela
Encrucijadas que encontrarán en www.amazon.es y que, sin
perseguirlo, ya ha sido catalogada de erótica, y, encima, con toques
lésbicos. Si quieren ser originales, rompedores y sugerentes, regale
Encrucijadas http://www.amazon.es/ENCRUCIJADAS-ebook/dp/B009991H5A/ref=sr_1_1?s=digital-text&ie=UTF8&qid=1356168377&sr=1-1estas
Navidades. (Por si no lo han notado, estoy haciendo publicidad de mi
libro...)
PD. Todavía resuena en mi cerebro la pregunta que me formuló el chico de la copistería: ¿qué pasaría si ese libro catalogado como "porno para mamás" cayera en manos de papá y quisiera llevarlo a la práctica con mamá...?
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