El domingo pasado, el primer domingo de mayo, coincidiendo con el archicomercial e hiperpublicitado Día de la Madre, se celebró en un parque perdido de Barcelona "La Cultura va de Festa". Se trata de un encuentro de diversas entidadades locales -asociaciones de vecinos, de ayuda a los recién llegados, de recuperación de la memoria, de comercio justo, de sostenibilidad y medio ambiente, de denuncia de injusticias, casales, organizaciones de intercambio de cosas, de tiempo, de conocimientos-, con más o ménos espíritu reivindicativo, que "tienden al sol" (nunca mejor dicho) sus peticiones, sus quejas, sus esfuerzos y sus logros. En esta época en la que todo se ve de color negro, en la que difícil otear el horizonte o, como mínimo, un rayito de esperanza, se agardece este día festivo, de sol, charanga, circo, música, masajes, carne a la brasa y cervecita. Es un día de diversión pero hay alguien misterioso (por favor, si alguien sabe quién es, que me lo diga, por favor, que estoy muy intrigada) que, además de arrancarnos una sonrisa y, a veces, subirnos los colores, nos empuja a pararnos en los paseos por el parque para que leamos sus "anónimas" sentencias y, de esta manera, nos empuja a la reflexión y a la concienciación.
Desde aquí, mil gracias por esa silenciosa, concienzuda y sincera búsqueda de grandes e hirientes reflexiones que no dejan de ser, hoy más que nunca, verdades como puños.
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