Un domingo cualquiera,
como este domingo, por ejemplo. Un domingo entero por delante, mi
chico y yo, día nublado, lavadora puesta, cansancio acumulado,
prensa dominical, sofá mullidito, manta de la abuela, empieza a
chispear y... ¿qué más? Aperitivo, por supuesto. Hazlo tú
mientras yo selecciono algo de música, me dice distraído. A falta
del típico, buenísimo y caro aperitivo “Espinaler”, preparo con
gracia unos pinchos 3A (¿no saben qué es? Les cuento, es muy
sencillo de hacer: cogen un bote de corazones de alcachofas, una lata
de anchoas y otra de aceitunas. Con un palillo van ensartado un
elemento de cada tipo , lo riegan con una mezcla de vinagre y
pimentón de la Vera, y, ¡voilà!, ya tenemos un pincho 3A, o sea,
de alcachofa/anchoa/aceituna), unas tostaditas con queso aderezado
con aceite de oliva y pimienta, y unos berberechos de lata. De beber,
un verdejo bien frío. Pongo un mantelito mono en la mesita del
salón, las copas y los platillos con las viandas mientras él
trastea en el despacho. Sirvo el vino y él aparece con un cd
escondido entre los brazos. ¿Qué vas a poner?, pregunto intrigada.
Creo que no lo conoces; es genial, responde él . A la par que pego
un primer mordisco a la tostada de queso, suenan las primeras notas de
una música que sí reconozco pero que, efectivamente, me resultan
muy lejanas: soul, voz ronca, ritmo, letras románticas y Barry
White. ¿Se acuerdan? Mi chico, mientras degluta el pincho de
alcachofas/anchoas/aceitunas, empieza a hablarme de sus tiempos de
discoteca, de cuando sonaban en las pistas Dona Summer, Bee Gees,
Barry White, Pink Floyd, Elton John, Eric Clapton, Tina Turner.
¿Cuánto hace ya de eso? ¿Cuántos años tenías tú? A ver, déjame
pensar..., le respondo mientras saboreo el verdejo, bien frío, y me
pierdo en el cielo nublado de este domingo. Dices que era alrededor
de 1975, ¿no? A ver, yo nací en el 69, pues... No puedo acabar la
frase. Mis cábalas me devuelven a mi cruda realidad, una verdad que
siempre obvio. Joder, responde él por mí, se me había olvidado.
Sí, cariño, cuando tú tenías dieciséis años y ya recorrías las
discotecas, yo era una cándida, inocente y pueril criatura de
¡¡¡seis añitos!!! ¡¡¡¡Qué fuerte!!!!
Mi chico y yo nos
llevamos diez años y siempre se nos olvida que:
Cuando él ya conocía a
artistas internacionales, en mi casa todavía se oía a Sergio y
Estíbaliz, Camilo Sexto, Raphael, Lola Flores, Cecilia, Las Grecas.
Cuando él ya combinaba
el trabajo (por la mañana) con los estudios de FP (por la noche), yo
todavía andaba por 3º de EGB (¡esto sí que suena fuerte!).
Cuando él ya
despotricaba de los curas (por sus malas experiencias con ellos, como
un montón de chicos de su época), yo, superconvencida, todavía
decía que de mayor me iba a hacer monja.
Cuando él ya tenía sus
primeros escarceos amorosos, yo todavía jugaba con el Baby Mocosete
y el Nenuco.
Cuando él iba de
discotecas con sus colegas, yo iba al cine con toda mi familia a ver
Tiburón I.
Cuando él ya corría delante de los grises, yo no tenía ni idea de política y de quién era ese señor bajito de bigotillo respingón y voz ridícula.
Cuando él echaba sus
primeras caladas a los Celta, yo todavía bebía el trinaranjus en
pajita.
Cuando él llevaba su
corbata de cuero gris y su cazadora a juego para estar más guapo y
así poder ligar más (sin comentarios), yo todavía llevaba uniforme azul marino y
calcetines blancos.
Cuando él se alegraba de la muerte de ese hombrecillo porque no le dejaba estudiar tranquilo, yo sólo recuerdo que tuvimos fiesta en el cole.
Cuando el probaba sus
primeros tragos de alcohol, yo no tenía ni idea de chupitos ni de
combinados ni de otras cosas, claro.
Cuando él ya podía ver películas y series televisivas con dos rombos, yo todavía me entusiasmaba y lloraba con Marco, Heidi...
Cuando él ya podía ver películas y series televisivas con dos rombos, yo todavía me entusiasmaba y lloraba con Marco, Heidi...
Cuando él se echaba su
primera novieta, yo tenía el póster de Los Pecos colgado en pared
de mi habitación y soñaba con casarme con el rubio.
Cuando él ya decía sus
primeros "tacos" serios, yo todavía pensaba que decir
"teta", "culo", "caca" era pecado y que
me iría derechita al infierno sin pasar por el purgatorio.
Cuando él ya leía a
Hermann Hesse (Siddartha), yo todavía leía los tebeos de los
domingos.
Cuando él compró su
primera caja de condones, a mí todavía me explicaban el dichoso
tema con la historia de la abejita y la flor (de nuevo, sin
comentarios).
Cuando el cobró su
primer sueldo serio, yo todavía echaba lo que me regalaban mis tías
y mis abuelos por mi cumpleaños en un cerdito de barro.
Cuando él probó por
primera vez el porro, mis únicos conocimientos sobre "flores
aromáticas" se reducían a la manzanilla que me daba mi madre
cuando tenía dolor de barriga.
Cuando él ya hacía
números para independizarse, yo saltaba de alegría porque -después
de varios años suplicándoselo a mis padres-, por fin, me
"independizaba" de mi hermana pequeña y tenía mi propia
habitación.
En fin. Que, cuando él
tenía 25 años, yo era una adolescente -con acné y mil complejos-
de quince años.
¿Se imaginan? No me
dirán que no es fuerte... Incluso suena a morboso y a perverso,
¿verdad? Supongo que les vendrá a la mente un montón de sucesos
provocados por esa diferencia de edad, ¿no? A mí, sí. No se lo voy
a negar. Si me lo hubieran dicho a los quince años, si alguien me
hubiera comentado que acabaría con un hombre diez años mayor que
yo, le habría tachado de loco, de insensato. ¿Yo?, ¿con un
vejestorio diez años mayor que yo? ¡¡Ni soñarlo!!
Pues ya me ven... Aquí
estoy, un domingo cualquiera, con el cielo cubierto y la manta sobre
mis piernas, junto a este hombre diez años mayor que yo. Mientras
sigo dando cuenta del vino y del pincho 3A, mientras sigo escuchando
a Barry White...
we got it
together did'nt we
nobody
but you and me
we got it
together baby
my first,
my last, my everything
and the
answer to all my dreams
my kind
of wonderful, that's what you are
i know
there's only, only one like you
theres no
way they could have made two
you're
you're all i'm living for
your love
i'll keep for evermore,
you're
the first my last my everything
in you
i've found so many things
a love so
new only you could bring
can't you
see if you,
you'll
make me feel this way
i
see so many ways that i can love
you
till the
day i die........
you're my
reality yet i'm lost in a dream
you're
the first my last my everything
pienso
en lo afortunada que soy al haberlo encontrado en mi camino, pienso
en lo felices que somos y en lo bien que nos compenetramos, en lo
provechoso y tranquilizador que resulta llevarnos diez años
(diferencia de perspectivas, de puntos de vista, de maneras de
enfrentarse a los problemas, de gestionar las emociones...) pero, sin
poder evitarlo, una duda planea por mi cabeza: si
durante muchos años, esa diferencia de edad provoca inquietud,
morbo, miedo, e, incluso, puede ser objeto de perversión y de
denuncia, ¿cuándo pasa a considerarse normal en una relación de pareja?
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