sábado, 30 de noviembre de 2013

¡¡HASTA LAS NARICES!!


¡¡¡Hasta las narices!!!
¡Hasta las narices! ¡Sí! ¡Estoy hasta las narices, hasta el gorro, hasta el mismísimo..., hasta los mismísimos...
Hoy he ido al súper a comprar y me he encontrado con los voluntarios del Banco de Alimentos y sí, he colaborado, por supuesto. El año pasado fui voluntaria y este año, al no poder comprometerme, he aportado mi grano de arena comprando latas de conservas de pescado. Porque hay gente cerca de nosotros (no, no hay que irse a África subsahariana para comprobar que hay hambre; no, no hay que irse a las fabelas brasileñas para saber que hay niños que no tienen con qué vestirse) que apenas tienen algo que llevarse a la boca. Cerca, muy cerca de nosotros, hay niños que sólo comen una vez al día y eso, gracias al colegio o a entidades sin ánimo de lucro como el Banco de Alimentos.
Y mientras, leo en el diario o escucho en el informativa que una princesita de cuyo nombre no quiero acordarme y su flamante marido se gastaban la pasta que supuestamente ganaban a cambio de servicios serios y solventes en clases de coaching y de ritmos latinos. ¡¡¡Manda huevos!!! ¡Y ahí siguen, tan felices!
También he leído que los de un sindicato autonómico, ese ente que supuestamente se ideó para ayudar a los trabajadores, para apoyarlos, para velar por sus intereses, se gastaba la pasta del organismo en suculentas mariscadas, regalos, fiestones de abril o se quedaban parte de las subvenciones que, en un principio, debían estar destinadas a los trabajadores. ¡¡Qué vergüenza!!
También he leído hoy que un presidente del estado (en el que yo creí, por cierto, y al que yo voté), al hilo de la publicación de una especie de memorias, se desentiende completamente de lo que sucedió cuando él tenía el destino de todos los ciudadanos españoles en sus manos. Pelotas fuera. ¡Cómo se puede ser tan...! ¿Memorias? ¡Y un cuerno! Yo, a todos esos libritos que están saliendo últimamente en los que un, ¿cómo lo llamaría yo?, ¿un presid...?, no; ¿un polít...?, tampoco; ¿un...?, un jeta, sí, así los llamaría yo, un arribista, un mentiroso, un aprovechado, un sinvergüenza, decide escribir una parte de su vida con mentiras, con lapsus temporales, con falsa modestia, creyéndose el salvador del momento, sin un ápice de autocrítica y auto-reflexión seria y honesta, en vez de llamarlos “memorias”, los llamaría “amnesias”. En vez de “Memorias de un presidente”, “Memorias de un mandato”, “Memorias de..”, yo los titularía “La amnesia de un presidente”, “Los lapsus de un mandato”, “Los errores de cuatro años”. Y a todas esas magníficas obras de auto-recreación, autobombo y auto-complacencia, las metería en una colección que se llamaría “Despropósitos onanistas”. Porque, no me lo negarán, la cosa tiene tela. ¡¡¿¿Esta peña no tiene abuela o qué??!!
También estoy leyendo que los violadores y los asesinos ya están saliendo de la cárcel ¡¡¡y cobrando cuatrocientos y poco euros!!! Y ahora, claro, los que están arriba están corriendo para atajar la ola de indignación, de represalias o de felicidad y homenaje que está provocando esa salida masiva de.... No tengo palabras. Pero, ¿en qué coño estaban pensando los que tenían en sus manos el futuro de estos desalmados y, a la vez, la confianza y la esperanza de todos los familiares de las víctimas? ¿Es que nunca se dieron cuenta de lo que esa doctrina suponía? Joder, que no hay que ser muy inteligente... Y ahora, ¿qué? ¿Qué garantías hay de que el que mató y violó hace unos años no lo vuelva a hacer? ¿Qué certezas hay de que no vuelva a matar aquel que ya lo hizo no una vez ni dos ni tres? ¿Y si vuelven a violar y a matar y a coger las armas? ¿De quién será la culpa, eh? ¡Por el amor de Dios! Si parece una broma macabra y perversa... Si parece mentira -literalmente- que estemos en este punto. ¿Cómo se va a proteger a la gente si estos sin-nombre ya están sueltos? ¿Cómo se va a consolar a los familiares -padres, hermanos, abuelos, novios, amigos- de las víctimas? ¿Cómo se les va a convencer de que se está cumpliendo con la ley? ¡¡¿Cómo?!!!
Además, he leído las causas y consecuencias del cierre de una televisión autonómica. ¿Dónde fue a parar la decencia y la profesionalidad? ¿Qué es eso de que el derecho inalienable a estar informados objetiva e imparcialmente esté por debajo de los intereses partidistas y completamente pervertidos de un grupito al que solo le importa quedar bien ante las cámaras y tener los bolsillos llenos? ¿Me pueden decir cómo estamos ejerciendo eso que llaman democracia?¿Me pueden decir cómo narices podemos llevar a la práctica eso que llaman libertad, igualdad...? ¡¡Ah, no!! ¡Que eso ya pasó a la historia! ¡Que ahora estamos volviendo atrás! Que no, que no estamos hablando de evolución y de progreso, que estamos equivocados, que no se trata de ganar en derechos y libertades. No. ¡Qué ilusos somos! Que ahora se trata de involucionar, de volver atrás, de perder, de destruir, de aniquiliar todo lo bueno que tanto trabajo, sudor, lágrimas y sangre ha costado conseguir. ¿Alguien me puede explicar por qué y para qué tanta sinrazón?
Esto no lo he leído. Esto lo sé porque me lo están contando. Gente brillante, inteligente, arriesgada, comprometida, con un título universitario o de Ciclo Superior de Formación Profesional bajo el brazo y con muchas ganas de hacer cosas tiene que marcharse fuera, lejos para poner en práctica todo lo que han aprendido y que tanto dinero ha costado. Señores, que no hay que ser muy inteligente para saber que, si dejamos marchar tan a la ligera a los jóvenes formados, este país se va a la mierda. ¿Qué habrá dentro de nada? Nada (y dentro de ese nada me incluyo yo, que conste). Nada porque no habrá profesionales (se habrán quedado en el país que, con vista, los haya acogido para trabajar y producir), no habrá niños (porque esos que se fueron para conseguir un puesto de trabajo habrán formado sus propias familias y habrán procreado en aquel país que, insisto, con visión de futuro, los acogió siendo jóvenes valientes), no habrá negocios ni empresas (porque todas estarán fuera, con nombres españoles, con personal español, eso sí, pero no estarán en España). Sólo quedaremos los jubilados y los parados. ¡Pues vaya! A esto lo llamo una buena jugada, sí señor. A esto lo llamo visión de futuro; a esto lo llamo confianza; a esto lo llamo... ¡¡incompetencia absoluta!! Para que luego me hablen de la marca España.
Y, mientras, hambre, crisis, paro, desesperanza, tristeza y rabia.
¿Sigo?
Mejor, no, ¿verdad?
Pues eso, lo dicho.
¡¡¡Hasta las narices me tienen!!!

PD. Esta tarde vuelvo al súper para comprar más latas de sardinas.


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